Si, llegó el día, día 30 de Septiembre. Sería el mejor día
de mi vida, estaba nerviosa, él estaría allí. Imaginaba que podría pasar
aquella tarde pero no lo podría ni pensar, no quería que ese día tan especial
se arruinase por soñar despierta.
Después de llegar del insti empecé a preparar las cosas que
tenía que llevarme a la parcela para pasar una tarde junto a las Sugus y los
Skaters. Veríamos una película de miedo, Los
ojos de Julia. También estarían allí algunos compañeros y mi primo, que
llegaría más tarde.
Llamé a Carol para ir a recogerla a su casa y estar juntas
mientras la gente llegaba. Llegué, no había ningún coche en la urbanización,
estaba desierto. Empecé a asustarme. Llamé a su piso y por arte de magia
contestó una vocecita de niño pequeño.
- ¿Si? – dijo extrañado
- Hola Dani, Soy Mar. ¿Puedes decirle a tu hermana que baje?
- Si, ya baja – dijo riendo.
Me aparté de la puerta del portal y corrí hacia el coche.
Segundos más tarde llegó Carol y me dio millones de besos. De nuevo repetía mil
y una veces que me quería un montón y que todo lo que habíamos planeado para
ese día sería perfecto. Este sería el día en que me daría cuenta de por qué le
quería. Él era tan, tan... indescriptible. Nada más llegar nos apartamos de mi
familia...
- Tía tenemos que sentarnos en el suelo, a ver si Quique es
capaz de hacer “algo” – dijo Carol con una sonrisa pícara en la cara.
- No se si podremos... Nos vamos a tener que sentar en las
sillas, pero si vosotros queréis el suelo, yo os le dejo.
- ¡Qué capulla eres cuando te lo propones! ¿Qué crees que
vamos a hacer? ¡Nada! Es un cortado...
Nos reímos un buen rato hasta que empezaron a llegar. Unos,
otros, los de más allá, Pedro, Iván, Adrián, Quique... Comimos algo mientras
contábamos anécdotas. Yo me distancié un tanto del grupo para ayudar a mi
madre.
- Oye, y al final ¿qué película vamos a ver? – dijo Quique.
- Pues, la verdad, yo no lo se. Creo que es de miedo pero no
se cual.
- Pues veremos la que ella le de la gana, es su cumpleaños.
No vamos a ver la que nosotros queramos – dijo Adrián.
- ¡Oyes! Veamos la que veamos, ella no quería ver ninguna de
miedo, si lo ha hecho ha sido porque yo se lo he pedido.
- Bueno, bueno, no me comas.
Los compañeros de mi clase se marcharon apurados, aún no se
el por qué, pero se fueron. Solamente quedamos las Sugus y los Skaters, los
que, en principio, íbamos a estar. La gente se enloqueció un poco pero en pocos
segundos todo se compuso. Dejamos que los enamorados fuesen a su rollo, pero él
hizo algo que me sorprendió mucho. No esperaba que hiciese eso... Si, estaba
enamorada de Pedro y no podía pensar en otra cosa que no fuese él. Yo me situé
en primera fila junto a Carlota, cada una en su silla. Pedro seguía haciendo en
tonto por ahí pero nada más empezar la película corrió y se sentó entre medias
de nosotras, en el medio de las dos sillas. Transcurrido un rato de la película
empezó lo que realmente daba miedo.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah! – gritaba Carlota muerta
de miedo.
- Carlota, ¿enserio que nunca te han echado del cine por
gritar? – le preguntaba Iván riendo a carcajadas.
- No, idiota – decía mientras se ponía roja.
Y fue en este momento cuando ella y yo nos dimos cuenta de
que estábamos agarradas a él, casi abrazados. Me moría de vergüenza, podría
quedarme mirando sus preciosos ojos durante horas. Esos ojos que me enamoraron.
Estuvimos a punto de rozar nuestros labios, nariz con nariz... Sentía que había
una conexión muy extraña entre los dos pero rápidamente aparté mi mirada.
La tarde sucedió más o menos de la misma manera. Con los
enamorados no hubo mucho movimiento, no pasó nada interesante. Y así terminó
este día tan especial, y cada vez estaba más enamorada de sus ojos, de su
sonrisa, de él.
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