Día 22 de Junio...
Se planteaba un buen día lleno de ilusiones y entusiasmo.
Allí nos plantamos nosotras, a las 9 de la mañana, con un sueño impresionante.
Creo que no deberíamos haber hablado tanto por whatsapp, ¡terminamos a las dos
y media de la mañana! Como pudimos nos abrimos paso entre la multitud para
reencontrarnos con los demás y planear lo que haríamos. Y es que la gente
estaba eufórica...
- ¡Último día de insti! ¡Siiiiiiiiiiiiiii! - dije nerviosa.
- Mar, no tengo ganas ni de verme, no podemos hablar durante
tanto tiempo.
- ¡Bueno chica!
Según transcurría la mañana, profesores y alumnos se
divertían por doquier, último día de cole y seríamos las personas más felices
del mundo. Este día solo estuvieron con nosotras Quique, Iván y Adrián, aunque la
verdad solo teníamos ganas de estar la una con la otra.
- Tía, esta tarde solo quedamos las tres para ir a mi
piscina, hoy es tarde de chicas.
- Estoy de acuerdo – dije adormilada - ¡Tarde de chicas,
YUJUJUJUJU!
- Mar, déjame decirte que... – se levantó, me cogió las
manos y... - ¡¡ESTÁS MUY LOCA!!
Parecía que estábamos idas pero éramos felices juntas.
Rápidamente salimos sin apenas despedirnos de nadie. Al llegar a un cruce nos
despedimos y cada una se fue hacia su casa. Ese día caminé despacio, pensaba en
todo lo que haría. Sería una buena tarde. Llegué a casa y tardé poco en
prepararme para volver a salir. Por fin un día de chicas para nosotras tres.
Llegué a casa de Carol, allí estaba ella, con su bonita sonrisa. Se giró y vino
corriendo.
- ¡Hola! ¿Preparada para pasar una tarde de chicas?
- Emm... Hola... Si..., que pasa, ¿ya se te ha quitado el
sueño?
- Si, me he bebido un Energic de esos y me ha dado un
subidón - dijo riéndose a carcajadas.
Vimos llegar a Carlota, nos abrazamos fuerte y ella repartió
besos.
- Chicas, os he echado de menos – dijo con ganas de
contarnos algo - no os imagináis todo lo
que me ha pasado.
- Ya nos estás contando chiquilla – dijo Carol – Pero
cuéntanos ¡que nos tienes en ascuas!
- Si, si, si, dejamos las cosas y os cuento.
Entramos en el recinto y Carol y yo, corriendo, sacamos las
toallas para que nos contase rápidamente lo que le había sucedido.
- A ver ¡impacientes! – dijo sonriendo – He conocido a un
chico en el conservatorio y el año que viene vendrá a mi insti. Se llama Óscar
y me encanta.
Carol y yo nos miramos y reímos a carcajadas. Carlota se
puso muy roja. Pobrecita ella. Ya estábamos las tres enamoradas hasta las
trancas.
Casi todo el verano pasó más o menos de la misma manera. Por
allí hubo algún problemilla, Adrián y yo lo dejamos, Quique se volvió un estúpido,
pero estas cosas pasan y se arreglan.